Aristóteles consideró que todos los
hombres actuamos siempre en vistas de un fin o bien último. Este fin no se
buscaría en vistas de otro, sino por sí mismo.
Pero los hombres se engañan respecto de
lo que la felicidad sea, considerando falsamente que es: el placer, el honor y
la fama, y por último el dinero.
“El hombre busca un bien sobre él”.
Esos bienes o fines son relativos, pues
no los buscan por ellos mismos sino en vista siempre de algo posterior, por
ejemplo, el estudiar para aprobar, aprobar para ir a la universidad, ir a la
universidad para estar cualificado y poder trabajar, trabajar para conseguir
dinero, etc.… Se entra en una cadena viciosa.
(Felicidades Eva, si estás leyendo esto,
que sepas que estoy intentando encontrarle el significado a las palabras y
deducciones de numerosos filósofos). En fin, siempre me voy por las ramas. El
hombre actúa siempre para conseguir algo después, y bien, ¿con respecto al amor
también se comporta así? No sabría deciros. Al mezclar filosofía con mis
experiencias no busco que todo esto quede mejor y más bonito, o sí, pero qué
mas da, a fin de cuentas nunca se entiende de qué hablo ni por qué lo hago. A
lo que iba, creo que en mi vida he hecho algo sin que me apeteciera para
conseguir que un chico saliera conmigo, por poner algo de ejemplo. ¿Estoy
hablando de lo mismo? o quizá me he confundido y lo he vuelto a entender mal… Así
que mejor dejo de “filosofear” que ya veis que se me da mal. (Si supierais que
encima la he suspendido. Ja, que gracioso todo.)
Muchas veces que voy a salir con una
amiga o con quien sea me digo:” venga, voy a ponerme guapa, puede que hoy
conozca a alguien importante.” Un poco de base, colorete, raya, rimel,
pintalabios y ya estoy lista. Por último la ropa, y cuando doy por terminada la
labor, me echo un vistazo al espejo y ya puedo decir que voy decente. (MENTIRA:
AL SALIR DE CASA CONSIDERAS QUE VAS HECHA UN PINCEL, PERO EN EL SIGUIENTE ESPEJO
QUE TE MIRAS YA NO TE GUSTAS TANTO. * NOTA
MENTAL PARA LAS MUJERES QUE PUEDAN LEERLO: cuando os miréis al espejo antes de
salir de casa no consideréis que veis auténtica belleza, así cuando salgáis y
de repente os reflejéis en un espejo y veáis que la raya se os ha corrido o el
flequillo se os ha descolocado la frustración será menor. Es LEY.DE.VIDA.) El
caso, siempre pienso que puede que ese sea el día en que conozca al chico
perfecto, mi alma gemela, mi media naranja… Bajo a la parada del autobús y
simplemente espero a que el bus llegue. Miro a un lado y a otro, pocas veces me
encuentro con gente joven. Así que cuando el autobús llega me subo y me siento
en el primer asiento que pille. Después de cuarenta y cinco minutos [cuarenta y
cinco insufribles minutos(o veinticinco, depende del bus que coja)], llego al
tan esperado metro y si es un día con suerte, puedo volver a sentarme. Aclamado
y concurrido metro, llevas un gran número de pasajeros, pero nunca me has
brindado la oportunidad de conocer a ninguno. El metro es como el escaparate de una
joyería, ves tantas cosas que te gustaría tener pero que sabes que son inalcanzables,
o por lo menos para mí. Pues eso me pasa, veo universitarios, chicos que vienen
o van del gimnasio, y nada, como decía mi abuela:”yo disfruto viéndoos comer”
Sólo que yo no como, pero disfruto viendo. (No os vayáis a pensar algo raro, no
iba con segundas intenciones.) Y ya no os cuento la envidia que me da cuando
veo alguna pareja tan arrebujaditos y dándose mimitos. A lo que iba, asumiendo
que mis propósitos son nulos y sumida en esos estúpidos pensamientos, llego a
mi destino. QUE SÍ, QUE YA SE QUE NO TODO EN ESTA VIDA ES LIGAR Y ENCONTRAR
NOVIO. QUE ES COMPORTAMIENTO INFANTIL Y TODO ESO. Pero a nadie le va mal una
alegríaJ Yo que sé, un cumplido de algún
chico que se te ha quedado mirando bastante rato, o miradas de algún
grupito de colegas que se van contando con quién han estado la noche anterior.
Sí, lo que vienen siendo gilipolleces pero que a una chica normalita no le
sienta mal. Así que me reúno con quien haya quedado y le cuento la peripecia
que he sufrido hasta llegar, incluyendo cómo no a esos tres bomboncitos con los
que me he cruzado. Bah. Ya sabía yo que el maquillaje se me había estropeado y
que iba mal peinada, por eso no me ha mirado nadie. Y lo que tú no sabes, es
que precisamente por ir pendiente de esas tonterías no te habías fijado en ese
chico con gafas y el pelo largo y castaño que te miraba mientras simulaba leer
un libro. Ese, que el próximo fin de semana volverá a subir al metro con la
esperanza de verte.
¿A que ha quedado bien? Ojalá me pasara a
mi eso. Dios que mala soy y cómo me encanta martirizarme. Jajajajajaja vale, ya
me callo.
Yo no sé por qué os he contado todo este
rollo, supongo que para desahogarme. Tampoco quiero que penséis que me paso la
vida intentando que alguien me quiera o que cada vez que salgo que alguien se fije
en mí.
El otro día iba a San Fernando, y en la
parada de mi pueblo me encontré con un chico que estaba tocando la guitarra. Su cara me
sonaba demasiado pero no sabía de qué. Entonces nos miramos y fue como una
conexión. Él siguió tocando a la vez que me miraba, demasiado intenso, los dos
giramos la cabeza hacia otro lado a la vez. Yo, mi maldita curiosidad y las
ganas de preguntarle de qué lo conocía. La vergüenza venció a la curiosidad y
tuve que darme la vuelta y esperar impaciente al bus que ya se estaba retrasando.
La casualidad hizo de las suyas, y justo llegó un amigo suyo acompañado por
otro chico. “Príncipe, este es Mario”. MARIO. MARIO. MARIO. Así es como se
llama el chico de cuadros que tocaba la guitarra. De repente me vino a la
cabeza el recuerdo de cuando lo conocí, ya sabía dónde le había visto…
Hace
unas semanas en el bar donde trabaja mi amiga...
Él estaba acompañado por otros
dos amigos suyos y una chica; ellos pidieron un cubata y el compartió consigo
mismo un chupito de tequila. No se me olvida la cara que puso cuando el fuerte
tequila le golpeó el estómago. Cerró los ojos con fuerza y se limitó a hacer
una mueca, disimulando todo lo que pudo el desagradable sabor que le producía. Obviamente no disimuló muy bien,
porque todos los que estábamos nos reímos al ver su cara. Él iba con vaqueros,
una camisa blanca y unas chanclas. Entonces pidió a mi amiga que pusiera algo
de rock y se puso a bailar. Mejor que casi no le viera nadie, pobrecito mío,
bailaba fatal. Al rato yo me fui, y recordándolo bailar me iba riendo, pensando que ese chico no tenía ninguna importancia. Cuánto me equivocaba..
Vuelta a la vida real...
Ensimismada en mis pensamientos, no me di
cuenta que el chico de la guitarra se iba, dirección Parque Norte. No podía ir
detrás de él, así que me quedé mirando las únicas vistas que me ofrecía, el
verle de espaldas.
Quizá si actúo en busca de un fin o bien último,
quizá sea el de encontrar al chico perfecto. Y el haber salido justo ese día
con esos shorts, esa camisa azul, la trenza hacia un lado dejándome parte del
pelo suelto y el maquillaje suave me permitieron que él se fijara en mí. Quizá
ese día utilicé esas formas para intentar llegar a la meta y alcanzar el bien
último. Quizá ese día que había hecho como otro cualquiera, se convirtió en algo más especial. Quién sabe. Lo que sí que se, Mario, es que tal vez otro día volvamos
a coincidir, pero ese día venceré la vergüenza y entonces podré hablarte y puede que esté más
cerca de encontrar mi alma gemela, sólo falta que vuelva a haber esa conexión y
que tú quieras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario